miércoles, 19 de marzo de 2014

AMORES PERROS


A F.M.J., bendito loco.



Este mes se cumplen doce años desde que me cargué al perro de Leticia Sabater. No es coña. Fue un par de semanas después de que me pagaran cincuenta euros por salir en uno de sus programas. El rollo era fingir que me pegaba en directo con una mujer con muchas ojeras, que se suponía que era mi tía, o una movida parecida. Yo hacía que lloraba, ella también, luego yo fingía que la daba de hostias, (cosa verdaderamente difícil de hacer si no tienes un talento innato para la actuación como es el caso), después ella se caía de la silla, pero se levantaba y me quería pegar a mí, yo la tiraba otro puñetazo, y al final salían los de seguridad, nos separaban, a mí me llevaban a la fuerza, y esas cosas de los programas de televisión.

Desde pequeño mi sueño era ser famoso y llegar a presentar las campanadas de Nochevieja, salir constantemente en la tele, en las putas revistas, liarme con modelos y actrices con las tetas operadas, pero en realidad, aquello fue lo más cerca que estuve de cumplirlo aunque todavía no tenía ni idea de que sería así.

-Tienes gracia, chaval-me dijo Leticia. Si te apetece, podrías trabajar para mí…
-No lo sé, tengo ofertas, ¿sabes?

A la mañana siguiente me convertí en su particular chico para todo, aunque principalmente iba por su casa para darle unas clases de improvisación un par de veces por semana. Diez euros la hora. Pero con el paso de los días, fui apareciendo por allí un poco más a menudo. Total, yo no tenía otra cosa mejor que hacer y nos llevábamos bien.

Recuerdo que aquel fatídico día coincidió con una historia que había en Colón, por el tema del Euro creo, cuando iban a hacer el cambio de moneda. Movidas políticas muy complicadas que Leti se encargó de aclararme después. Lo que sí que tengo es la imagen de mucha gente con banderitas de Europa por las calles y las plazas, justo cuando salí corriendo de su casa aquella noche. Porque por las noches, cuando Leti estaba currando, también acordamos que podría pasarme por su casa y bajar a dar un paseo a su perro, un yorkshire amariconado regalo de Jorge Javier. Horas extras.
Pero aquella noche la cagué. Por enésima vez en mi puta vida, lo mandé todo a la mierda.


Cuando entré en el ascensor, iba tan ciego de popper que, sin darme cuenta, dejé fuera al perro, y la puerta se cerró delante de mis putas narices. El ascensor comenzó a bajar, y la correa y mi cara fofa se tensionaron casi a la vez. Intenté como un loco parar el ascensor, pero no fui capaz de tocar un solo botón como una persona normal. Le pegué cuatro patadas a la puerta, como si alguien me hubiera encerrado a traición. Luego grité no sé qué cosas. Salté y seguí golpeando. Creo que también llamé a un par de vecinos, pero los chillidos alocados del perro se oían cada vez más y más lejos. Supongo que había llegado al tercero cuando dejé de oír al bueno de Messi definitivamente.

El ascensor siguió descendiendo y al final, la cuerda se rompió. Visualicé claramente su imagen, justo al otro lado, aplastado como una puta mosca de dibujos animados contra la fría chapa galvanizada. Entendí que me había cargado al perro de Leticia Sabater y creo que fue ahí cuando me puse a llorar. Luego el ascensor empezó a hacerse muy estrecho y yo, me ahogaba. Supongo que el popper hizo el resto. Entre unas cosas y otras, me dio un chungo tan grande que cuando me desperté me había meado en los pantalones.

A los pocos meses de que ocurriera todo aquello, me vine a vivir a Londres. Desde entonces sigo aquí. Me he movido por distintas zonas de la ciudad, casi siempre por el centro, pero sigo aquí. Me agobié tanto que no podía quedarme en Madrid. Todos los días mi madre escuchaba y leía un montón de mierda y de mentiras sobre lo que ocurrió en aquel puto ascensor que se me hizo insoportable, así que huí y me exilié. Una ironía, ¿verdad?... Toda mi vida soñando con estar en boca de todos, y ahora que lo estaba no era capaz de soportarlo.

Pero era una puta pesadilla. Recuerdo a la gente por la calle o allí donde fuera. Nunca paraban de mirar. Disimulaban, pero miraban y cuchicheaban. Luego estaban los putos matones de Leticia, que aparecían por todos lados. Me saludaban, e incluso se sentaban a mi lado en cualquier bar, sin decir nada. Miraban el periódico y de vez en cuando me miraban a mí, sin disimular. Estos no se escondían. Luego sonreían, y cuando quería darme cuenta ya se habían ido. Cabrones hijos de puta. Alguno me dejaba pagada una cerveza o una café y lo hacían casi a diario para ponerme nervioso. Hasta cuando me vine, hubo días en los que me pareció verles merodeando cerca de los clubs donde trabajé al principio, los primeros años, o entre el público, durante alguna de mis sesiones de impro. Aunque también es posible que fueran alucinaciones mías. Vete tú a saber. Por aquella época estuve a punto de volverme jodidamente loco.


Llevaba bastantes años sin sentir todo aquello pero ayer, después de la actuación de cada jueves, un tipo muy bajito se acercó a mi mesa y volvieron los mismos recuerdos y los mismos miedos. Me cogió la mano y mientras me la estrechaba, sonrió y me miró como si algo extraordinario fuera a pasar mañana, o pasado mañana. Sentí como si me metieran un cubito de hielo en los putos huevos, pero esperé a que dijera algo.
El tío era español, de Toledo. Lo sé porque una vez conocí a uno que tenía un acento similar.

-A ver chico, voy a ir al grano, ¿okei? Pero alegra esa cara, bolo, que parece que hubieras visto un fantasma, joder…-me dijo y me ofreció un cigarro. Mira chaval, te vengo siguiendo la pista desde hace unos seis meses, ¿sabes? Y llevo viniendo por aquí otros cuantos, así que no te hagas el listo conmigo que sé de lo que hablo-dijo, y me dió un par de palmadas en la jeta.

Al principio pensé que estabas el Teather Club y me dijeron que no, que ahora triunfabas aquí—dijo mirando alrededor con una sonrisa altiva y un poco sarcástica. Yo conozco este mundo, ¿entiendes? Soy empresario y me dedico a ello y sé reconocer el talento. ¡Y tú tienes mucho talento, joder!

En fín al grano…te lo voy a decir muy claro. Mañana mismo cogemos un vuelo y te vienes conmigo a Madrid, ¿estamos? Yo sí que tengo un proyecto para ti, joder ¿te enteras? Pero un proyecto de verdad, ostias, para ganar pasta y hacernos famosos ¿me entiendes? ¿Tú es que no quieres ser famoso o qué, chaval? No dije nada.

A ver, te adelanto. El rollo se llama ART NT. ¿Vale? Joder, que sí, que no me mires así, que ya te lo explicaré y lo vas a entender enseguida, ostias. Quiero que lo dirijas tú y que me ayudes a explotarlo. Va a ser la puta bomba, una revolución, joder, y me vas a dar la razón cuando te lo explique. Pero quiero un sí aquí y ahora. No me voy a ir sin un sí. Tú improvisas, ¿no? Pues improvisa, joder, improvisa y dame un sí… Al principio te daré quinientos a la semana y luego hablaremos ¿estamos? El tío era un auténtico lunático y me escupía mientras hablaba.

Pero si esto es un puto antro, bolo, pero qué cojones haces aquí!-dijo mientras encendía otro cigarro.

Se acercó y me echó el brazo por encima.

-¿Qué contestas chico? ¿Eh?- me dijo volviendo a escupirme en la oreja.

Le apestaba el aliento a perro muerto.

Le dije que no y luego le invité a otra cerveza.