miércoles, 9 de junio de 2010

HAGAN JUEGO (II PARTE)

La mugre se alojaba en las esquinas como gárgolas, otorgando un aspecto de antepasados y conspiraciones. Nada de lo que se ofrecía ante mis ojos merecía la pena. Nada de lo que respiraba me devolvía la vida.

Bajando del taxi, me lleve conmigo un trozo de pena que encontré en el asiento trasero. Pague por ella más de lo que llevaba encima. "Si te llevas esa tristeza contigo, no me pagues ahora, ya me pagarás con los años". Fue lo más amable que atinó a decirme aquel conductor enjuto y deforme.
Pagué y bajé. Luces de neón que ciegan a quién las mira con descaro. Contuve el aliento. No recordaba el motivo de haber elegido este lugar para comenzar mi nueva vida. Pero el camino de vuelta ya se había difuminado con el chirriar de ruedas que se alejan. No había vuelta atrás.

En la inmensa oscuridad, el rosa eléctrico del cartel, iluminaba en mi mano los pocos ahorros que la angustia me había dejado recoger antes de abandonar aquel infierno de casa. Tan escasos eran, que me vomitaba a mi mismo una mediocridad orgullosa de saberse dueña de mi persona.

Nada de lo que respiraba me devolvía la vida, y sin embargo, no me faltaban las ganas de un prenatal por vivir. Cada paso hacía la puerta era un preámbulo del paso siguiente. Y allí estaba aquella puta, tan grande y tan, tan ella. El deseo me invadió y miré de nuevo mi mano, crédulo de lo que de sí podían dar aquellas monedas y la mejor forma de invertirlo. No era el objetivo, pero el deseo no me decía lo mismo. Nunca antes había visto tan de cerca aquel mito de mujer nocturna que calma heridas de la misma manera que calma erecciones.

Miriam Izquierdo.


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2 comentarios:

  1. esto se pone interesante...aparecen las putas, siempre hay putas...la vida en si es tan puta...jejeje
    Me gusta. Gracias.

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  2. vamos a ponerle un poco de musica a ver que pasa allí dentro, con la puta...

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