miércoles, 9 de junio de 2010

HAGAN JUEGO (II PARTE)

La mugre se alojaba en las esquinas como gárgolas, otorgando un aspecto de antepasados y conspiraciones. Nada de lo que se ofrecía ante mis ojos merecía la pena. Nada de lo que respiraba me devolvía la vida.

Bajando del taxi, me lleve conmigo un trozo de pena que encontré en el asiento trasero. Pague por ella más de lo que llevaba encima. "Si te llevas esa tristeza contigo, no me pagues ahora, ya me pagarás con los años". Fue lo más amable que atinó a decirme aquel conductor enjuto y deforme.
Pagué y bajé. Luces de neón que ciegan a quién las mira con descaro. Contuve el aliento. No recordaba el motivo de haber elegido este lugar para comenzar mi nueva vida. Pero el camino de vuelta ya se había difuminado con el chirriar de ruedas que se alejan. No había vuelta atrás.

En la inmensa oscuridad, el rosa eléctrico del cartel, iluminaba en mi mano los pocos ahorros que la angustia me había dejado recoger antes de abandonar aquel infierno de casa. Tan escasos eran, que me vomitaba a mi mismo una mediocridad orgullosa de saberse dueña de mi persona.

Nada de lo que respiraba me devolvía la vida, y sin embargo, no me faltaban las ganas de un prenatal por vivir. Cada paso hacía la puerta era un preámbulo del paso siguiente. Y allí estaba aquella puta, tan grande y tan, tan ella. El deseo me invadió y miré de nuevo mi mano, crédulo de lo que de sí podían dar aquellas monedas y la mejor forma de invertirlo. No era el objetivo, pero el deseo no me decía lo mismo. Nunca antes había visto tan de cerca aquel mito de mujer nocturna que calma heridas de la misma manera que calma erecciones.

Miriam Izquierdo.


Get this widget | Track details | eSnips Social DNA

viernes, 4 de junio de 2010

HAGAN JUEGO (PARTE I)

Recuerdo mi primera experiencia en aquel lugar como si fuera ayer mismo. Tenía 14 ó 15 años, y aquella noche, mi padre estaba dándole una tremenda paliza a mi madre, como era de costumbre en él por aquella época. Cuando salí al jardín lleno de rabia y de llanto contenido, volví a ver de nuevo aquel taxi aparcado al otro lado de la calle. No fui capaz de reconocer al conductor de aquel siniestro vehículo, pero comprendí que hoy me estaba esperando a mí, y también intuía donde me llevaria.

Tras un largo vacilar, recordé las palabras que mi madre siempre me decía, y que nunca hasta esa noche había llegado a entender del todo: "lo más importante es jugar bien tus fichas, porque quizá solo tengas una oportunidad, mi vida"

Con estos pensamientos en la cabeza, lleno de dudas y con el corazón latiendo cada vez más y más fuerte, decidí cruzar la calle, mientras las voces y los golpes de mi padre todavía retumbaban tras de mí.

Sequé mis lágrimas, respiré hondo y monté en aquel coche. Era un taxi mugriento y decadente de color rojo, con un conductor al que nunca conseguí ver tras aquella extraña mampara de seguridad, en la que sólo mi cara de adolescente asustado se reflejaba entre tanta oscuridad, como si una luz blanca y cegadora se hubiera encencido de repente dentro del habitáculo. Aquello me pareció excitante y una sonrisa inocente se escapó por fin de mi cara tras muchos días entumecida y triste.

Nunca olvidaré esa sonrisa, ese reflejo de adolescente intrépido. Aún hoy, cuando me miro al espejo aparece en mi mente con tanta fuerza, que aún creo verla frente a mí. Pero en una décima de segundo desaparece tan rápido que no me da tiempo a disfrutarla de nuevo...

El taxi arrancó y dejé atrás aquella casa, en mitad de la noche, rumbo a un lugar desconocido al que nunca había pensado llegar de aquella forma.

Hoy, 25 años después ya sé que todo el mundo va allí por primera vez en taxi. Casi todos te dejan en la puerta y se marchan sin más, como me ocurrió a mí. Bueno, realmente no todos, porque también al cabo de los años, me he dado cuenta de que si tienes suerte y das con un taxista enrollado y preocupado por su "cliente", que eres tú, un taxista de esos que ya pasaron por esta misma situación hace tiempo y no quieren que tengas "malos rollos", unos pocos consejos suyos puede que te ayuden a desenvolverte con un poco más de idea allí dentro. Pero si el taxista pasa de tí, ya sabes lo que hay...Estás tú...y tú. Punto.

En mi caso, el taxista pasó totalmente de mi, sinceramente. Durante todo el trayecto apenas se percató de mi presencia. Si me hubiera tirado en marcha, quizá ni se hubiera parado. Años más tarde me di cuenta de que yo también pasé de él, de preguntarle, vamos. Que quizá me hubiera contado algo de aquel lugar si me hubiera molestado en preguntarle. No sé...Fue todo tan rápido...

El caso es que se piró y allí estaba yo, con mis 14 años apunto de entrar en aquel
lugar del que tanto había oído, pero del que, en realidad, nada sabía. Era extraño...

viernes, 14 de mayo de 2010

EL RAP DE MI CUMPLEAÑOS

Ey...no te rías más, que tu risa me coarta,
y es que treinta y uno ya no caben en mi tarta.

Ya me he dí cuenta,babas,no metas más baza,
hoy me dicen "señor" las pibas de la plaza.

Este es mi regalo, espero que te guste
que bonito madre, tú si sabes lo que quiero:
corbata roja y pijama de caballero

Felicidades amigo, que pases un buen día?,
binvenido al club? pero qué mariconadas!!
coño!,es que no veis que esto es una cabronada!

Ey...no te rias más, que tu risa me coarta,
y es que treinta y uno ya no caben en mi tarta.

Esta noche hay fiesta en mi casa, pásate
tenemos tortilla y panecillos de paté.

Puedo traer al niño?, es un trasto, ya lo sé
pero es que mi suegra se va de fiesta con José.

No bebas más vino que te vas a poner malo,
come algo, deja de fumar y abre mi regalo.

Sopla ya las velas y posa para la foto
tienes cara raro, no me mientas, te lo noto

será que bebi mucho, y el ambiente está cargado
pero estate tranquila, ya me he domesticado.

Me despido de todos, estoy cansado
muchas gracias a todos por acordaros
no sé si deciros que el próximo año os espero
pero quizá mejor os digo:
¡Gracias, os quiero!

(jaaaaarrrrrrr, yeahhhh, yeahhhhh)








Ey...no te rias más, que tu risa me coarta,
y es que treinta y uno ya no caben en mi tarta.

miércoles, 24 de febrero de 2010

RIDERS ON THE STORM...


La tormenta no ha dado tregua esta noche.
Los ruidos de sable ya se oyen fuera.
La batalla me espera, amor.

Descansa.

Vela mis armas.
Guarda mis sueños.
Duerme tranquila.

Un rayo ilumina fugaz mi cara.
Siento la lluvia en mis pies.

Me llevo el tacto de tu pelo rizado,
el olor de tu suave piel,
el calor de tus manos,
y la luz de tus ojos cansados.

Lento galope.
Largo camino.Todo es incertidumbre.
Fuego en el monte,
Voces de muerte en el horizonte.


La tormenta amaina.
Ahora me marcharé
y dejaré atrás todo lo que amé.

Mañana desearé volver
como un peregrino cansado
a buscar tu cama
para arder en tu llama
y reposar mi llanto ahogado

La tormenta también se marcha...amor
pero los jinetes nunca regresan



(Musica: "Riders on the Storm. The Doors)
Get this widget | Track details | eSnips Social DNA

martes, 16 de febrero de 2010

La Tienda de Disfraces


En la ciudad donde vivo hay una tienda de disfraces muy famosa. Practicamente todo el mundo que conozco la ha visitado alguna vez.Tienen de todo. Yo fui la semana pasada, con objeto de comprarme un disfraz para una fiesta. Pero al final, sólo me compré unos calcetines negros y unos gallumbos de color rojo, con la foto de Poli Rincón. Estaban de puta madre, pero todavía no me los he puesto. Me vienen pequeños...

El primer disfraz que me llamó la atención fue de ladrón. No era un disfraz al uso, como los de ladrón de toda la vida. Ni mucho menos. Este era un ladrón más cosmopolita, que no llamaba tanto la atención, vamos. El disfraz era un traje de chaqueta. Muy buen traje eso sí, no os creaís. Italiano, creo. Llevaba corbata de Massimo Dutti que valía un quintal, zapatos castellanos negros y relucientes y cinturón a juego, con hebilla dorada. Te regalaban un perfume de Hugo Boss y un bote de gomina por el mismo precio. Si querías (pero esto era opcional), por unos Euros más te podías coger un periódico para llevarlo en la mano. Había dos tipos de periódico, pero ninguna me gustó, la verdad. El disfraz, podías llevarlo para cualquier ocasión, daba igual. Pero el dueño me comentó que la gente incluso se lo llevaba para trabajar... "Qué curioso...para currar..."-pensé. Pero deseché la idea de ir por la vida de ladrón. Además, si era verdad que había tantos, para qué uno más...y seguí buscando.


En esa misma sala, los trajes se parecían mucho. Había otro que no sabría muy bien cómo definirlo, pero el dueño me dijo que era una nueva versión del disfraz de fantasma. A mí no me lo parecía, la verdad, pero al fin y al cabo él era el dueño de la tienda y conocía los disfraces mejor que yo.
El caso es que este era muy raro, sospechoso diría yo. A simple vista, no parecía un disfraz. Y os cuento: te daba la libertad de llevar la ropa que quisieras, pero sin pasarte, claro. No vaya a ser que no parezcas un fantasma, y pases a ser un gilipollas. Sin embargo, lo más importante eran otras "tonterías" que el dueño de la tienda denominó "inversamente proporcionales a la calidad del disfraz", y que lógicamente aumentaban su precio. A mi al principio, me parecerieron que no tenían nada que ver con el disfraz, la verdad. Pero era la primera impresión, claro.

El dueño sacó de una bolsa una llaves de un coche. Creo que era uno de estos que no suelen caber nunca en una plaza de un parking. En segundo lugar, también un móvil tipo 3G con GPRS y radio integrada, de los que podrían gobernar perfectamente un país. Por último, me comentó, que con este disfraz, y fueras a la fiesta que fueras, tenías que llevarte por lo menos 4 billetes de 50 pavos en una cartera de piel, pagar las copas de la gente con la que estabas y dejar, al menos, un par de euros de propina, aunque el traje se lo pagaras a plazos, y el coche y las llaves fueran de mentira o del marido de tu hermana, que también valía. Estos 3 aspectos eran imprescindible para disfrazarte de fantasma. La pasta, por delante. Lo demás?? Lo demás, ya veríamos...

Me quedé pasmado. "Qué raro estos nuevos fantasmas de hoy en día"-pensé yo, mientras intentaba apagar la musiquita del puto móvil que se había vuelto loco de repente. Lo deseché. El marido de mi hermana no tenía ese carro, qué putada.

Otro que me gustó en un principio, al ver su nombre en la lista de disfraces fue el de "hombre perfecto y triunfador".Luego, la cosa no me convenció, la verdad. Y es que éste era más raro todavía. Era una careta, realmente. No llevaba nada más. Una careta de hombre fuerte, sonriente, ganador y convincente que escondiera todo lo demás. Estuve a punto de cogerla, para que lo voy a negar, pero el dueño me dijo que tuviera cuidado de no quitármela en público, ni que dejara que nadie me la quitara en un momento de descuido. La verdad es que eso me desanimó por completo. "-Nadie que se la lleva lo consigue, te aviso. Y luego vienen aquí llorando y quejándose de que no les había avisado. Y qué quieren que yo le haga...Tendrán cara!"- me dijo el buen hombre. Desechada. Demasiado fácil para ser verdad...

Uno de los que según este buen hombre más estaban triunfando en los últimos años, era el de "acomplejado". Me sonó a cachondeo. -"Venga ya! Me vas a decir que la gente se lleva un disfraz de acomplejado!! Eso no me lo creo"-le espeté riéndome a carcajada limpia.
Pero el hombre me dijo seriamente: -"Dime uno de tus complejos, y te traeré el disfraz que más le conviene".

Yo titubeando le contesté que aunque no tenía ninguno(ejem, ejem?), podría ser una especie de complejo de inferioridad, por eso de ser pequeñito, introvertido y bastante cagueta a la hora de la verdad (qué vergüenza me hizo pasar el cabrón...)
De repente, este hombre desapareció con una sonrisa en la boca y llegó con un disfraz de...forzudo guaperas metrosexual!!!! "Madre mía, qué guapo!"-pensé mientras se me iluminaba la cara. Decidí probármelo, pero después de más de 15 minutos en el probador lo deseché.
-"Lo siento tío, no me lo puedo llevar, ni yo mismo me lo creo..."
-"¿Estás seguro?..a la gente eso le da igual..."
-Seguro amigo, acabaría conmigo.

Después de estar más de 2 horas en aquella tienda, decidí pirarme a casa con los calcetines y los gallumbos, más que nada por no hacerle el feo al buen hombre de la tienda.

Ayer, me encontré con mi amigo Victor y tras un buen rato de charla con él, reconocí que llevaba uno de los disfraces que allí vi. Esta mañana me ha pasado con Marga, la mujer de Luis. Qué bien le queda el de acomplejada. También me pasó con este otro tío que vi en aquella portada de no sé que revista. El "hombre perfecto y triunfador", qué gilipollas.

Cuando me fui a la cama, harto de ver disfraces por todas partes sin ser Carnavales, pensé en el mío. No lo había en la tienda y me gustó no haberlo encontrado. Pero quizá alguien, se lo había comprado por mí.


"El hombre sólo es rico en hipocresía. En sus diez mil disfraces para engañar confía;y con la doble llave que guarda su mansión para la ajena hace ganzúa de ladrón" (Antonio Machado)

jueves, 11 de febrero de 2010

Un plan perfecto

Carlos levantó la vista de su ordenador. Miró el reloj de pared que tenía justo enfrente. Eran las 10.00. Cerró la sesión y respiró hondo, y volvió a repasar mentalmente su plan. 1,2,3,4,5,6...los segundos seguían cayendo del reloj de pared, golpeando en su cabeza, y acelerando el ritmo cardíaco.

La casa estaba en silencio. María, en el trabajo y los niños, en clase.Sólo estaban él y la vieja Nanni, que le miraba inquietante desde el sillón, como si hubiera averiguado lo que traía entre manos.

-¿Y tú que solución ves? ¿Qué otra cosa puedo hacer, eh? ¡Contesta gato estúpido!-gritó enérgicamente, consiguiendo sobresaltar al animal, que rápidamente huyó de la escena.

Carlos, había trabajado durante 7 años como Director de Recursos Humanos de una multinacional del sector de la Construcción. Su progresión fue meteórica, conviertiéndose en poco tiempo en uno de los empleados más prometedores y valiosos de la Compañía, que ya había puesto sus ojos en él para convertirle en el futuro de la empresa a todos los niveles. En aquellos tiempos, el ritmo de vida era frenético.Reuniones y más reuniones, viajes de ida y vuelta, Jornadas, Eventos,...blackberrys de última generación y ágapes de vino español. El saldo de su cuenta corriente en progresión ascendente continuada, y muchos caprichos y vacaciones de todo incluído.Coles de pago y apartamento en Marina D'Or. Sólo recordarlo ahora era una auténtica pesadilla.

Llevaba más de 2 años en casa, sin trabajo. Una crisis del sector, se había llevado por delante su vida, todas las horas dedicadas a la empresa y su tremendo futuro. Sus 34 años de puro éxito, el chalét, los coches de renting, el apartamento y los coles de pago eran sólo un espejismo. Todo, absolutamente todo, había ido desapareciendo poco a poco, como un barco en el horizonte. Y la tempestad no amainaba.

María trabajaba desde hacía 1 año en una sucursal bancaria, un banco conocido, pero de negro futuro. El trabajo estaba cerca de casa, a 5 minutos en coche. María, se dejaba media vida en el trabajo para, al menos, pagar religiosamente una infumable hipoteca heredada de los desvarios del pasado, y conseguir sobrevivir con las ya mínimas ayudas que recibía su marido.

Carlos, se lavó la cara una vez más. Al mirarse de nuevo en el espejo, no reconoció su cara. La angustia, la incertidumbre, el miedo y la ira habían construido sus nuevas facciones.

Ya en la habitación, todo estaba listo. La mochila preparada, y en el cajón del armario, un antiguo revolver semiautomático, esperaba despertar del letargo. Se sentó en la cama lentamente, entregado. Una vez preparada la mochila, abrió lentamente el último cajón del armario.Tardó unos segundos en coger el revolver.Una vez en sus manos, lo poco que quedaba de su mundo se derrumbó. Las lágrimas inundaban sus mejillas, y con los ojos llorosos y la voz entrecortada sólo un "perdóname" extraño y ahogado consiguió salir de su boca. El momento había llegado, hoy no podía echarse atrás, como otras veces.

Tras una fuerte aspiración, secó sus lágrimas y se dispuso firme a cumplir su plan. 2balas en el cargador y unas pocas palabras escritas encima de la mesa."Para María". Se dijo: "En poco tiempo todo habrá acabado".



María, aquella mañana,y ajena a todo lo que sucedía, atendía a sus clientes como todos los días: con su mejor sonrisa. El teléfono no paraba de sonar. La mañana estaba siendo dura y aún eran las 11. Y eran las 11 cuando aquel hombre alto entró en la oficina. Pero ella no se percató. Todo ocurrió muy deprisa y en cuestión de segundos, María estaba siendo encañonada a dos metros del mostrador por un atracador que, fuera de sí, la ordenaba que abriera la caja fuerte.

El director intentó mediar, pero con un puñetazo inesperado, poniéndole el cañón en la sien, y al grito de "¡Todo el mundo al suelo y calladito!" el atracador consiguió apoderarse por completo de la situación.

En el breve pero eterno espacio de tiempo que transcurrió en ese instante, María logró activar la alarma interna para después, pasar a materializar sumisamente todas las órdenes que el atracador vociferaba. Sólo pensaba en salir viva de aquello, y una voz humillada, repetía una y otra vez "no me mates..."

Suplicando piedad continuamente, introdujo los 4 millones de Euros que el atracador le pidió en un saco de correo que encontró, y con la mirada baja y el corazón en la boca, se lo entregó. La mano la temblaba. El atracador cogió el dinero y sus ojos se clavaron en los de María. La tocó lentamente la mejilla y entre los llantos desconsolados de ella le dijo:

-"Tranquila. Lo has hecho muy bien. No te preocupes. Todo va a salir bien..."

En ese momento, el azar, el destino y la vida, en resumen, decidió tomar parte.

Dos Guardias Civiles se acercaron sigilosamente desde una esquina y cómo el viento en una mañana de verano, consiguieron entrar sin ser vistos. Los segundos se hicieron eternos y la escena era ahora dantesca...

Carlos apuntaba tembloroso a uno de los guardia civiles, mientras el otro compañero con ansias de heroicidad, encañonaba ferozmente al famoso Director de Recursos Humanos que en su única partida importante, había jugado mal sus cartas. "Tenemos que hacer algo, cariño. Esto no puede seguir así...". Las palabras que su mujer le dijo en una de esas noches de insomnio, hicieron acto de aparición.

Sólo un "¡no disparéis, por dios!" se escapó de su boca, casi al mismo tiempo que el Guardia Civil apretaba el gatillo. Dos disparos certeros. Un silencio sepulcral. Todo había terminado.

Los Guardias Civiles sacaron a los todos los rehenes de allí, mientras la Policía acordonaba la oficina. Toda la calle era un espectáculo al aire libre, y miles de vecinos se agolpaban tras el cordón policial, preguntando qué había pasado, a la vez que inventaban miles de teorías sobre lo ocurrido.

María, tras ser atendida por los servicios médicos que se habían desplazado hasta allí, pidió que alguien le trajera su bolso. Entre sollozos, marcó el número de Carlos, pero estaba apagado.

Tras varias intentonas, decidió coger su coche y marcharse a casa. Sentía necesidad de que alguien la abrazara, de sentirse protegida. Había pasado el peor día de su vida, pensó. Al llegar, y aún sin parar de llorar, encontró la casa vacía. Llamó varias veces a su marido, pero nadie respondió. Pensó en todo lo ocurrido y la emoción y ansiedad contenida estallaron por fín. Entre un mar de lágrimas, encontró una nota encima de la cama. Extrañada, la abrió. En ella decía "Para María", y justo al lado, un revolver semiautomático, 2 balas y una mochila. En la mochila, un pasamontañas...



Antes de cargar el arma y suicidarse, María estalló en una risa enloquecida y demencial, acompañada más tarde de un grito de desaprobación. Un "NO!" que retumbó en todo el edificio. Después, un disparo, y una nota manchada de sangre:

"Cariño, sé que terminarás por entenderlo. Es lo único que se me ocurrió.Pero no es el momento de explicaciones. Coge a los niños y sal para Madrid en cuanto termines. Te espero con 4 millones de Euros.Nos merecemos una nueva vida. Por cierto, deshazte del revolver, al final no me va a hacer falta. Te amo"




viernes, 5 de febrero de 2010

New York City.Entre Calles y Avenidas, la vida...




"New York, New York...Quiero despertarme en una ciudad que nunca duerme, y encontrar que soy un número uno, el primero de la lista, el rey de la colina, un número uno".


Así comenzaba la famosa canción de Sinatra, y con ese mismo sentir comenzó mi viaje a Nueva York el pasado verano. Quería ser el rey del mundo, el rey de la colina. Subir al Empire a vislumbrar el más allá, mirar desde allí el otro lado del mundo y sentirme un número uno de verdad, saludando a King Kong con un guiño tipo "qué hay de nuevo, viejo. Aquí me tienes!"


Nueva York es muchas cosas. Es trepidante, caotica, infinita, excéntrica. Es imposible, multicolor, ruidosa, colosal. Calles, avenidas, edificios, coches, autobuses, gente...mucha gente. El día que sales por primera vez a oler sus calles y sentir su corazón, dejas atrás muchas cosas, pero apenas te das cuenta. Lo notas cuando vuelves, sólo al regresar.


En Nueva York, vuelves a ser libre, pero no en el sentido puramente jurídico del término, sino en el sentido espiritual (quizá el único que merece la pena del mismo). Nadie marca el qué, ni el cómo, ni el dónde, ni el por qué, ni mucho menos el cuándo. Es más, no creo que en el día a día de esta ciudad, estas palabras tengan sentido. Libertad sin más. El tic-tac de tu reloj, tus zapatos, tu mochila y tu corazón frente a Manhattan y sus calles. Todo un sueño hecho realidad.


En Nueva York, el espacio y el tiempo se entremezclan, y se desvirtuan el uno al otro. El tiempo cambia de repente, los lugares se multiplican, pasan delante de tí a un ritmo vertiginoso. Un autobús, el metro o un taxi, (o hasta un "carricoche-man"), te pueden trasladar a otro lugar, distinto, completamente distinto. Pero estás en Nueva York y parece que la ciudad te persigue mientras corres y te va absorbiendo a cada paso que das. La antítesis de la nada es Nueva York, el otro polo del vacío...


La noche entra poco a poco en la ciudad, pero parece como si un manto invisible instalado en el cielo, evitara que cayera de golpe. La ciudad mantiene su actividad, sus luces combaten la oscuridad y eclipsan las estrellas,.casi hasta lograr apagarlas. Miras el reloj y parece cómo si todo el mundo se hubiera vuelto loco. Haces compras de madrugada, cenas cuando en tu casa duermen a pierna suelta, paseas más allá de la medianoche, como si todavía quedara algo que vivir más allá de la siguiente esquina. Y así es.


En Manhattan, como un niño en una feria llena de atracciones. En Central Park, como un fugitivo huyendo de la justicia. En Harlem, como un aventurero en busca de fortuna. En Soho, Nolita, Chelsea, como Julia Roberts en Pretty Woman. En Chinatown, crees en la magia negra, en Little Italy, todo el mundo es Capone y tú, Elliot Ness...


Nueva York te deja ser quién tu quieras, cuando quieras y donde quieras. Vuelves, y mientras te alejas, divisas desde la ventanilla del avión aquella ciudad, imponente, que se resiste a desaparecer entre las nubes. Cuando la pierdes de vista, te sientes como cuando de pequeño salías del circo con los ojos iluminados y la sonrisa reluciente en la boca, mirando hacia atrás para asegurarte de que no fue un sueño, y de que todo lo que habías visto ahí dentro, era real.


En el viaje de vuelta, y cuando las luces del avión se apagaron y todos decidieron dormir, en mi mente miles de imágenes se dieron cita para mantenerme en vela durante las 8 horas de rigor, recordando aquella montaña rusa de sensaciones y emociones de la que acababa de bajar. Droga pura, este Nueva York. Entre calles y avenidas, New York, New York...la droga de la vida...